Como es normal en estos casos, existen discrepancias entre gestores y aficionados por diferentes cuestiones como el precio del recibu, el cánon de entrada o los días de club. Mientras uno tratan de maximizar ingresos con los únicos límites de la ley de la oferta y la demanda y una supuesta ética, los otros intentan que el bolsu se resienta lo menos posible.
No me voy a meter en ello, pues cada uno tendrá su punto de vista. El tema que quería tratar hoy es el relativo al previo discurso del presidente. Sin entrar en la capacidad de Vega Arango como gestor, siempre me llamó la atención sus buenas cualidades a la hora de vender el producto, en este caso la gestión de su Consejo de Administración. Por eso me ha llamado la atención su repentino ataque de sinceridad, probablemente inconsciente, con el que ha tratado hoy el siempre escamoso asunto de los abonos.
La papeleta para el presidente no era fácil. Tenía que vendernos como un favor una "reducción" del 25 % (si los comparamos con los precios de Primera, no con los de la última temporada en Segunda) mientras otros equipos reducían el abono a la mitad y se comprometían a mantener los precios si retornaban a Primera División. También tenía que competir con el Levante, que a pesar de realizar la mejor campaña de su historia, baja los precios e incluyendo en el abono también los partidos de la Europa League. Y al presidente, supongo que asesorado, no se le ocurrió mejor idea que recurrir a los pagos de la deuda concursal.
Mezclar el tema de los abonos con el de la devolución de la deuda, no creo que sea la mejor manera de que el aficionado acuda en masa a las oficina de abonados. Es lo mismo que decir, que el precio del abono tal vez no sea justo, pero es que con él vamos a pagar el pufu generado en la gestión de unos consejeros y un director general que ahí siguen. O que al mismo saco va ir el cánon de entrada de alguien que empieza a sentirse sportinguista, o que ha vuelto a la tierra tras varios años de exilio, o que acaba de conseguir su primer empleo y que por fin se puede permitir cumplir el sueño de ver a su equipo en el templo. Y más cuando más tarde se da a entender que dicho cánon no tiene sentido alguno, pero que se mantiene por respeto a los que previamente lo pagaron.
Aunque todos sabemos que parte de los ingresos son destinados a pagar antiguas deudas, su mensaje desde el punto de vista del márketing, me ha parecido un poco desalentador. Y más viniendo de un hombre que no se ha sonrojado lo más mínimo proclamando, con ayuda de su pregonero oficial, que el precio de los abonos se ha mantenido en la última temporada.
Dicho esto, al final lo que cuentan son los goles, en este caso los millones, y esperemos que se consigan los ingresos necesarios para formar un equipo competitivo que nos devuelva la élite y, por qué no decirlo, permitan afrontar el pago de las deudas.
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