Una vez analizadas todas las irregularidades contables y las
explicaciones ofrecidas en la Junta toca delimitar responsabilidades. En esta
SAD del disparate podemos escuchar a un consejero justificar el desfase
presupuestario con un “nos encontramos con una deuda no contabilizada”, mientras
otro defiende como gato panza arriba los criterios contables aplicados y otro,
miembro del Consejo no consejero, dice que las facturas aparecen debajo de las alfombras. Oigan ¿en
qué quedamos? ¿la contabilidad era buena o era mala?
En primer lugar hay que decir que los responsables del
contenido de las cuentas son los miembros del Consejo de Administración, que
para eso las formulan y las firman. Por lo tanto eso de “nos encontramos”
pudiera valer para el recién llegado Fernando Losada (no computamos a estos
efectos su periodo como asesor externo) pero no para los javieres, que llevan en el Consejo desde los tiempos de la Maricastaña. En este caso, lo único que podrían alegar es que el Director General les puso una pistola en el pecho para firmar las cuentas.
Podrían excusarse en que cuando llegaron en 2012 ya existía esa
deuda no contabilizada. Mentirían como bellacos. La mayoría de esos conceptos no
contabilizados procedían de operaciones realizadas una vez que los javieres ya
habían tomado posesión: intereses por aplazamientos de deudas con Hacienda,
traspasos de jugadores con derechos económicos titularidad de Doyen, servicios de profesionales etc y en general todas las tropelías contables que he venido denunciando en este blog.
Por eso no le queda más remedio al mandamás que defender sus
cuentas en base a criterios de los expertos contables y el auditor, que visto lo visto tienen el mismo valor que si fueran dictados por un churreru. Porque de criterio tienen más bien poco. Al menos si nos referimos al Plan contable español. En el de Yibuti, por decir uno, quién sabe.
Más irritante aún es escuchar al presidente justificar la no
inclusión de aquellos conceptos en el presupuesto de la temporada 15/16
alegando que era imposible conocer los importes en el momento de su
elaboración. Como si fuera mejor equivocarse en todo que en una pequeña
cantidad. Pero ya el colmo es que con más de media temporada avanzada repita hasta la saciedad que el presupuesto
es muy conservador sabiendo perfectamente que, por ejemplo, no recogía 2
millones de intereses ya pagados. Lo peor es que esta burla era innecesaria, pues de sobra conoce que, tanto para lo bueno como para lo malo, a casi todo el mundo se la soplan sus explicaciones contables.
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